También denominado embrague automático. En vehículos con embrague pilotado, el conductor sólo tiene que preocuparse de insertar distintas velocidades a través de la palanca de cambios. Dependiendo de la velocidad del coche, de las revoluciones y del modo en que el conductor presiona el acelerador, una centralita electrónica recoge las señales y las envía a una bomba hidráulica que es la encargada de hacer la presión que habitualmente haría un conductor en un vehículo con el embrague convencional.